Basado en un email enviado por un ex – alumno de la Asociación de Kendo de Temuco a su ex sensei.
(Nota del editor) Se han omitido nombres, lugares y principalmente la disciplina marcial a la que hace referencia el alumno por respeto y por considerar que la orientación que un grupo en especial le da a su práctica, no representa necesariamente el espíritu que guió a los maestros fundadores.
Alumno
Hola Sensei:
Por una invitación que me llegó a la casilla de correo electrónico, llamando a inscribirse gratuitamente en la Rama de un deporte con tradición marcial de la Universidad, me integré a las clases después de una entrevista con el instructor. Lo hice no muy convencido, porque siempre he extrañado el Kendo y me sentía en parte traicionando la pasión que siento desde que lo practico al integrarme a esta otra disciplina. La conformidad me la daba el recuerdo de sus palabras cuando nos decía que debemos conocer otras artes marciales para enriquecer la que practicamos. Sin tratar de hacer carreras paralelas; porque eso equivale a un cazador que sigue a dos conejos, al final no caza ninguno.
En mi primera clase me enseñaron a caer, a rodar, a hacer una palanca con la cadera para botar a mi oponente por el costado y después me enseñaron una posición en el suelo para inmovilizar al oponente. La gran cantidad de vueltas que nos hacían dar me marearon un poco, así que tuve que parar para tomar aire. Luego nos hicieron combatir en ne-waza donde se supone que teníamos que usar lo que habíamos aprendido en la clase, pero mi compañero me hizo un montón de llaves que no nos habían enseñado y yo no las conocía, después me hizo saber que él ya lo había practicado en su Liceo; por más que trató, no me pudo inmovilizar, yo tampoco logré inmovilizarlo; pero no me fue tan difícil anular sus intenciones de mantenerme sometido en el suelo. El ejercicio fue súper intenso, pero ambos lo disfrutamos y nos divertimos. Hubo algunas cosas que me hicieron sentir pena y nostalgia. Por ejemplo que el primer alumno, el de más rango, que según supe, viajará a participar en un Sudamericano de esta disciplina, era demasiado arrogante, a tal punto que no hacia las mismas cosas que el resto del grupo. Cuando teníamos que trotar, él corría; cuando teníamos que formarnos, el estaba atrás tomando agua; cuando todos estaban haciendo ejercicios básicos, él estaba hablando con el instructor. Sacaba la vuelta como quería, y el instructor, lejos de exigirle le preguntaba: ¿Cómo está tu pierna?, ¿Cómo está tu peso?, ¿Qué has comido la última semana?, etc. También me vino a la memoria lo que usted decía en clases: el alumno avanzado es un referente para los demás, es el más humilde y el más esforzado; y cuando quiere sobresalir, es igual que el clavo que se levanta en el puente, hay que volverlo a su lugar con el martillo.
Otra cosa que me llamó la atención, fue que siendo también una disciplina de origen japonés, no usaran las instrucciones en ese idioma, por ejemplo cuando saludan a los compañeros no dicen “Onegai shima~su” ni tampoco “arigato gozaimasu”. Tampoco cuando el Sensei da alguna instrucción nadie dice: “¡Hai Sensei!”. Al final de la clase, para formar, la orden es: “frente Shomen”, y se forman a la izquierda los nuevos y a la derecha los antiguos, que es al revés de Kendo. Y cuando termina la clase, sólo unos pocos se saludan entre ellos para agradecerse la clase, el resto sale rápido a cambiarse la ropa. Todo eso me dio una pena grande, porque en todo momento tengo en mente nuestros entrenamientos, su voz dando ordenes, mi hakama flameando por los desplazamientos rápidos y las carreras para tomar un nuevo compañero, sentirse poderoso al tener un shinai en la mano, los gritos de todos durante toda la clase…, en realidad en Kendo uno grita bastante, y eso ayuda a liberar el espíritu y evitar el cansancio. Extraño mucho el Kendo.
Por otra parte me sentí muy orgulloso aplicando lo aprendido en Kendo: fui uno de los pocos, por no decir el único que saludó el shiaio (tatami) antes de entrar y antes de salir. Cuando decían que saludáramos al compañero, yo decía “arigato gozaimasu”. Cuando el instructor daba instrucciones yo aprendía rápido a hacerlas porque miraba los pies, las manos la posición y escuchaba atentamente. Cuando completaba la cantidad de ejercicio que me dejaban, yo volvía a empezar y seguía hasta que el instructor me cambiaba el ejercicio.
Quería contarle mi experiencia, porque hay cosas que me preocupan y otras que no me cuadran. Esto es bonito y dinámico; pero me queda la gran duda si es Arte Marcial o Deporte, y de lo único que estoy seguro es que no necesito hacer una actividad física solamente, quiero darle una orientación a mi esfuerzo físico, que se proyecte con un sentido en mi vida diaria y que yo me sienta orgulloso y eso lo irradie hacia mis seres queridos, al menos así me sentía cuando practicaba Kendo, y también así lo percibían mis cercanos. No quiero fundirme en este ambiente, no quiero perder mis modales, la etiqueta propia del kendo. No quiero olvidarme de hacer una señal de respeto, un saludo, un abrazo fuerte y apretado con mi oponente después del combate; por último un apretón de manos de despedida; creo que eso es lo que realmente queda para aplicarlo en la vida diaria. No quiero hacer algo que no me va a gustar. Ojala entienda mi posición y pueda darme algún consejo, porque no me siento muy a gusto, pese a la buena voluntad del instructor y la de mis compañeros.
Un abrazo muy cordial
Su ex -Alumno
Extracto de lo respondido por el Sensei:
De tu email, rescato principalmente que en todo momento mantuviste el respeto por la Etiqueta, por el instructor, por tus compañeros ocasionales y por el Dojo. Eso nunca estará demás, y mientras seas sincero, marcará la diferencia entre tú y los demás. Tu actitud es la correcta, de todos aprendemos, pero hay que “vaciar nuestra taza” antes de recibir una nueva enseñanza. La Etiqueta es una cuestión que para algunos instructores no es más importante que el avance técnico para la competencia, independiente de la disciplina que ellos enseñen. Generalmente las Artes Marciales, llámense Judo, Kendo, Karate-do, Taekwondo, etc.; se han desarrollado como deportes competitivos, olvidando por completo el Camino de la Gentileza. Los maestros fundadores los idearon como formas de vida, para llevar todos estos conceptos a nuestra vida social, los cuales al aprenderlos, entenderlos y desarrollarlos, nos permiten crecer espiritualmente en comunión con el aspecto deportivo. Bajo esta lógica, lo correcto sería decir: “El Deporte en las Artes Marciales”, y no separarlos diciendo: “Artes Marciales o Deporte”. Me complace saber que a través de esa experiencia, aprecies la orientación que he dado a la práctica del Kendo en Temuco, donde hemos acogido la parte deportiva sin descuidar la tradición; lamentablemente no es así ya en muchos Dojos, tanto en Chile como en el extranjero. Tu reconocimiento es señal que has crecido, y eso merece que reconsidere tu solicitud de reintegrarte a mis clases. Eres bienvenido sin explicaciones ni disculpas.”